martes, 31 de marzo de 2020

EL GRAN ESTADO

             El Estado entendido como una organización política constituida por un conjunto de instituciones burocráticas estables, a través de las cuales ejerce el monopolio del uso de la fuerza aplicada a una población dentro de unos límites territoriales establecidos. Nunca fue como ahora lo conocemos. Los estados modernos tal y como los concebimos hoy día tienen su origen en el siglo XIX, con las revoluciones liberales que propugnaban el abandono del antiguo régimen para dar lugar a sistemas más o menos democráticos, inspirados en pensadores como Rousseau, Locke o Montesquieu.
         Estos incipientes estados modernos pronto se encontraron con una disyuntiva, el límite del mismo. En un primer momento su función sería la de proporcionar seguridad tanto a nivel interno como externo además de ser el cuerpo regulador de las leyes y el encargado de hacerlas cumplir. Pero pronto fue ganando más y más competencias a lo largo del siglo XIX, educación, seguro de desempleo, jubilación…  En un principio puede parecer hasta insensato el estar en contra de tan importantes “derechos ganados”, el problema es que dichos derechos tienen precio que lo acaba pagando con impuestos y gravámenes la población reduciendo cada vez más su capacidad de elegir. Por tanto dichos derechos no son más que ataduras que esclavizan más y más a los ciudadanos haciendo que solo unos pocos, las clases más adineradas las únicas con margen para elegir determinados servicios.
           Esta afirmación puede sonar contraproducente pues quienes propugnan un estado más grande son los que se autoproclaman defensores de los desfavorecidos, pero ¿quién se puede permitir tener un plan de pensiones privado, un seguro de salud privado y en general salirse de los servicios prestados por el Estado? Efectivamente las clases pudientes. A lo que los “defensores de los pobres” responderían que menos mal que el estado puede cubrir esas necesidades que sino los desfavorecidos no tendrían ni eso. Esa aserción no solo es falsa sino que es tremendamente peligrosa, si el estado rebaja sus prestaciones aumenta el poder adquisitivo de la población haciendo innecesaria esos servicios, porque además, por definición el sector privado es más eficiente pues al estar regido por criterios de mercado esta forzado a mejorar y a ofrecer productos y servicios de mayor calidad a menor precio. Aunque por supuesto que no niego que el estado tenga cierta competencia a la hora de garantizar un mínimo a determinados sectores de la población de forma temporal.
        Otros también claman que gracias a este estado del bienestar hemos logrado este tremendo desarrollo social y económico en el último siglo y medio. Esto no se trata más que de otra falacia pues este desarrollo no fue aparejado al estado sino a pesar del estado.
          Desde que el estado moderno surgió no ha hecho más que crecer y crecer a costa de recortarnos libertad, es deber del ciudadano el hacerlo retroceder.  

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